DIGO LO QUE PIENSO

viernes, agosto 17, 2007

SIEMPRE ACTUAL


Ya no “llenan las noches del barrio las guitarras de Santa Lucía, ni se ve andar por las calles un “corazón transido con tristeza de tapera”, ni truena el grito de “mañana es ¡San Perón!. Solamente se escucha la voz de Carlos Gardel.
Buenos Aires que fuiste y sos. Dolor de sentir lo perdido. Impotencia para barrer la mugre que esparce la violencia de hoy.

No fue el modernismo quien cambió a mi ciudad, sino que bastó para hacerlo, la ignorancia y la prepotencia de quienes primero se encargaron de aflojar sus cimientos; destruyendo de esa manera un honesto modelo de de vida consagrado al trabajo y al deber samaritano, que había florecido – hace ya muchos años - en un marco de calles limpias y de gente que se saludaban al pasar.

Hoy todo ha cambiado y no precisamente porque el barrio creció hacía arriba, sino porque los nuevos habitantes se hundieron en el tembladeral de una nefasta organización pseudo vecinal, que nada tiene que ver con los valores primarios que todo ciudadano debe respetar. Tanto es así que el “Cambalache” presagiado por Discépolo se quedó corto. Desapareció todo lo bueno del ayer y los nuevos aportes migratorios nos resultan aún extraños.

Somos ilustres habitantes de una ciudad distinta, sin gobierno y en muchos casos carentes de ética, de principios morales y con evidentes signos de corrupción primaria. Nos han dejado sin herramientas para luchar. Se robaron todo cuanto hace a las ilusiones de personas dignas y nos despojaron de cuanto habíamos logrado construir con sudor obrero.

Hoy los “buenos” viven encerrados tras las insultantes rejas de casas tristes, mientras los “chorros”, los falopeados y la prostitución se pasean libremente por el territorio que fuera nuestro.

Aquí no se trata de “lucha de clases”, ni de seres empobrecidos que salen a la calle en busca de un pedazo de pan para dar de comer a sus hijos. Se trata de ruines caballeros que asaltan y matan empujados por el éxtasis que produce la droga vendida a la vista de las autoridades.

Vemos a diario piquetes que cortan los caminos por donde la gente buena debe transitar para ir a trabajar. Grupos regenteados por individuos con caras cubiertas que infligen descaradamente la ley, ya por el mero hecho de negar la posibilidad de ser identificados. Esto no hubiera sido posible que sucediera “antes, pues un sabio edicto de principios del siglo XX lo penalizaba , pero los jueces y sicarios “progres” lo anularon con el pretexto de que atentaba contra los derechos humanos y yo me pregunto ¿De los derechos de quién?. y pronto me respondo: Seguramente… NO los de la gente decente.

Hay todavía mucho que agregar, pero temo repetirme y volcar más de lo mismo. Vivimos en el caos. No hay reglas, ni controles, ni racionalidad, todo lo cual genera un estado de irritación permanente en quienes desean trabajar, vivir y dormir tranquilos.

Lo cierto es que “Dentro de la ley, nadie nos protege” y ningún político se preocupa sinceramente por ello. Creo en la democracia y entiendo que ha llegado el momento de encontrar una respuesta válida a tanto caos y desterrar la violencia delitual que padecemos a diario.
La solución no la encontraremos en discursos políticos vacíos de contenidos, sino en Instituciones que promuevan la educación del “soberano” desde niño, en la recomposición de la familia y en el respeto a la Ley.

José Pedro Aresi