DIGO LO QUE PIENSO

viernes, octubre 12, 2007

LA CALESITA Y ALGO MAS


Hoy sin quererlo, de puro curda no más, te encontré .... mi vieja y amada calesita. No eras “La Calesita” de Mores y Cátulo Castillo. Tú no llorabas, ni estabas plantada en una “esquina sombría”, pero en el recuerdo ambas se confundían.


Había matado penas en alcohol y salí a caminar sin rumbo fijo, hasta que pude ver que junto al viejo molino, estabas vos. y entonces por un rato fue “cuando a tu lado, tirado, tuve mi corazón”.


Me detuve a conversar con vos, “vieja amiga” y recostado en el poste de la sortija, te envolví en una mirada que encerraba ensueños de tiempo. Eras vos, la misma, la de antes, la que en mi barrio iluminó la esquina y desde purrete me regaló tangos.


- ¿Te acordás algunos de sus nombres? - Yo sí. No los olvido. Los tocaba “De Angelis”: “Marioneta”, “Como se muere de amor”, “Bajo el cono azul”, “Mi novia de ayer”, “Cero al as”, “Parece un cuento”. “El vals de la noche buena”, “Altar sin luz”, “Así es Ninón”, “Remolino”, “Jirón porteño”, “Rosicler” ...... ¿Viste calesita. Viste que me acuerdo?. Eran discos que desempaquetaban las voces de Floreal, Dante y Martel.


Por eso, solamente por eso, “Sigue llorando el tango y en la esquinita palpita, con su dolor de fango la calesita...”


De “sotamanga” embroqué tu bocha de madera lustrada, con sabor y forma de pera. Hoy el viento y el vino, hacen que la escuche contarme cada una de las veces que me negó su sortija. Me habla de celos, de aquellas pibas del barrio y de su dolor de sentirse siempre manoseada, con el único fin de robarle su joya de acero. Quise acariciarla pero ella me cortó el rostro murmurando un: - ¡ Ya es tarde ! .

Sentí un sudor frío en mis manos, que pronto buscaron abrigo en los bolsillos de la campera de cuero. Quise besarla, pero prontamente se defendió, tal como antes, ayudada por la mágica prestidigitación de un ser inexistente. Rápida como siempre, se soltó de las cadenas que la sujetaban y rodó por el pasto húmedo, perfumado. La alcé entre mis brazos, levanté la lona que cubría la calesita y la dejé durmiendo en el asiento del cisne de lata plateado que me miró de reojo sin decir palabra, en tanto también yo, acaricié su cabeza en silencio.


Más atrás, una yunta de corceles me guiñaron un ojo y me saludaron. - “Vos otra vez por acá” dijo uno de ellos y el otro agregó sarcásticamente: - “Nosotros sabíamos que volverías cuando el cansancio de la vida invadiera ya no tu cuerpo, sino tu alma” ; a lo cual repliqué: – “Así que ahora la van de filósofos. Pensar que cuando los conocí, parecían solamente “machietas” trasladadas desde el escenario de un teatro lírico de segunda” y ya en franco arrebato de una venganza que sonaba a pena, me paré bien junto a ellos; los miré desde arriba y les espeté un crudo y mentiroso: - “ Siempre los vi como unos caballos de establo real, venidos a menos”. Mis palabras laceraron sus "babillas" y a un mismo tiempo, ambos cerraron los ojos para continuar durmiendo su sueño de madera.


El pequeño auto pintado de azul, con capó amarillo, sonrió al verme y quizás por llevarle la contra a los caballos, encaró el reencuentro de manera distinta.


- “¡Hola campeón!” gritó y enseguida agregó - “Todavía recuerdo las carreras que ganamos juntos, cuando vos te sentías Fangio y yo una veloz Maserati”.


Fue entonces que noté un efecto distinto del vino y trastabillé, pero pronto me rehice y con aire canchero y sobrador, pero sufriendo por dentro los años, le respondí: - “¿Te acordás? . Eran carreras que duraban lo que tardaba en apagarse un tango apresurado. ¡Cuantos finales festejé, parado en tu asiento y con las manos en alto, triunfos de papel, que luego nunca pude repetir en mi vida, porque como ya lo glosara “Marvil”: “La vida me engañó, la vida me mintió, al ofrecerme un mundo color rosa. Iluso la soñé, temblando la esperé, haciéndome la vida más hermosa. La dicha me sonrió y ciego la seguí, pero ella se burlaba de mi corazón. La dicha nunca vino hasta mi olvido, la vida me ha mentido, la vida me engañó”.


¡Autito mío!. Con la sinceridad de una íntima borrachera puedo hoy confesarte que yo me refugiaba en vos, sólo cuando ya no podía sacar la sortija y me sentía vencido por el “otro” que la sacó primero o por Don Luis que afanoso por laburarse a la vieja, se la “entregaba” dócilmente a la nena de trencitas rubias.

Entonces, el auto de lata y madera me respondió: - “Lo sabía”. – “A mí nunca me engañaron. Siempre supe que para ustedes yo era el refugio después del fracaso. Pero no me importaba, lo mismo me sentía feliz con sus gritos, con sus saltos y con las caricias que recibía mi volante al tomar contacto con sus manos de muchachos puros y buenos”. Y luego agregó: “No olvides que ustedes sólo eran un episodio en mi vida diaria. Yo también disfrutaba con los niños más pequeños que me elegían para dar la vuelta, cuando aferrados al volante, lo sacudían como queriendo partirlo, haciendo brotar de sus gargantas un inocente “bbbrrruuuu....”. “Ellos no pensaban ni deseaban la sortija, solamente querían ser parte del sagrado bullicio de la calesita”.
Antes de seguir mi camino, lo acaricié y le palmeé el capó, a la vez que susurré un - “Hasta otro día, amigo”. Él me respondió con un nostálgico: – “Adiós” .


El bote y el avión me miraron extrañados cuando me acerqué a ellos. ¿“Que sucede que ahora te fijás en nosotros”? , dijo el aeroplano, en tanto el agitado aire de mi respiración movía su hélice. Lo miré y no respondí. Sólo atiné a pensar para mis adentros: “Este guacho tiene razón”.

No quise explicarle en ese momento el porque de aquella lejana indiferencia hacía ellos. ¿Cómo podíamos nosotros en ese entonces, “machos en ciernes”, acercarnos a esos artefactos pacíficos y sin gracia, que siempre eran ocupados por bebés acompañados por madres, tías o abuelas. Con todo, algunas veces, cuando al "infante" lo acompañaba la hermanita mayor, recuerdo que yo me acercaba y aferrado al barrote más cercano, luchaba con Don Luis para ganar la sortija y de pasó hacerme ver, no precisamente del bebé. Por eso, no quise seguir de largo sin antes volver a acariciarlos con mis manos, las que ya no estaban húmedas; ahora solamente temblaban.


Descendí tambaleando de la plataforma de madera. Bajé, no recuerdo como, la lona y todas esas cosas bellas quedaron a oscuras, también mi mente.


Quise apurar el paso para alejarme cuanto antes, pero esta vez no fue la “resaca”, sino las sombras del tiempo las que me lo impidieron.


Lentamente fui dejando atrás la vieja calesita y cuando estaba llegando al extremo del parque, las notas de un tango invadieron el ambiente.


"Llora la calesita
de la esquinita sombría,
y hace sangrar las cosas
que fueron rosas un día".

Calesita y tango, mezcla porteña de sublimes recuerdos, esos mismos que eternizan el tiempo y hacen latir fuerte al de la zurda. .

José Pedro Aresi

(Año 2006).

jueves, octubre 04, 2007

MI BUENOS AIRES QUERIDO


FUTURO PORTEÑO
(Un título que se le escapó a Piazzolla)


Veamos: Los porteños estamos aferrados al equivocado concepto de que aún hoy, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es una prolongación de la gestión gubernamental de la Nación. Todavía no hemos podido olvidar tantos años de real sometimiento avalado por la Constitución.

Pero en la actualidad todo cambió. La nuestra es una ciudad que por si sola conforma una provincia con todas las de la ley y que pese a ser la Capital Federal de la Argentina, debe gobernarse federalmente como un Estado más.

Pesada carga ésta, sobretodo hoy, cuando el país no funciona como una República, sino como un “coto” particular, propiedad de algunos sectores políticos y corporativos. No cabe discutirlo aquí, pero es evidente que en la Argentina, no funciona la necesaria división de poderes, que hace a la vida institucional de todo país republicano.

Cegados por las próximas elecciones nacionales, los santos habitantes de la ciudad de Buenos Aires no han caído en la cuenta que solamente un milagro, podrá revertir la triste perspectiva de tener que pertenecer a un país gobernado discrecionalmente por gente que detenta y pregona un pensamiento muy lejano al del partido que ganó hace poco el derecho de gobernar esta ciudad.

Basta hablar con la gente de la calle y sobre todo con los taxistas, para confirmar lo antes dicho y sin embargo, esa población particular no ha incorporado a su sentir, todo cuanto deberá sufrir para alcanzar las metas propuestas por un gobierno local que también asumirá el próximo 10 de diciembre y que seguramente será jaqueado por las fuerzas políticas que tienen su “fuerte” en los municipios vecinos del “cono urbano”,

El porvenir es incierto y si el próximo Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, logra superar exitosamente los escollos que se le presentarán, es indudable que deberemos pensar en que el país finalmente ha encontrado a un verdadero conductor, moderno y eficaz. El tiempo lo dirá.

Es seguro que este nuevo orden deberá buscar incumbencias prácticas para su gestión”. Lo incierto es como lo logrará.

Se habla y con razón, de la necesidad de hacer “una reingeniería institucional profunda y planificada, con personal idóneo, evaluación por resultados, achicamiento de circuitos”, porque serán muchos los problemas de gestión que el próximo gobierno ciudadano deberá afrontar.

A esta altura de la vida política argentina y teniendo en cuenta quienes serán sus adversarios, entiendo que será difícil encontrar las bases necesarias para hacer posible una óptima gobernabilidad.

No creo posible un diálogo fructífero y tampoco que se logre del Gobierno Nacional un respaldo desinteresado que permita optimizar las funciones, destrabando a tiempo las partidas presupuestarias necesarias para cumplir los objetivos que se trace el poder ciudadano.

Urge además implantar nuevas reglas de juego para terminar con la ineficiencia y el discurso vacío de realidad que lleva lustros de vigencia y decepción. Si no se hace de inmediato la reingeniería institucional, la estructura vigente neutralizará en poco tiempo cualquier cambio, por lo que es imprescindible acordar fines y procedimientos de gestión que permitan alcanzar los demás objetivos.

Se debe fijar prioritariamente una política de seguridad integral, no sólo de seguridad ante el delito, sino de seguridad en la calle, con luminarias, reductores de velocidad, semáforos, multas a transgresores, y otros espacios públicos. También se deberá actuar en la prevención del delito, la seguridad jurídica, la seguridad alimentaria, edilicia y laboral. Constituir un cuerpo de inspectores y policía local en los que la sociedad sienta que se puede confiar y a la vez iniciar un diálogo constructivo con el sistema federal para alcanzar la verdadera autonomía de la Ciudad. Asimismo, habrá que desterrar los abusos de poder que posibilitan los “grandes robos, a veces legalizados y otras directamente a mano armada con guante blanco”.

Este es el desafío. ¡Que Dios nos ayude!

José Pedro Aresi